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Voces, cenizas y alientos:
poéticas del conflicto en Colombia
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“Solo un pueblo escéptico de la guerra y maduro para el conflicto
es un pueblo también maduro para la paz”.
Estanislao Zuleta.
Colombia es un país que ha sido escenario de una guerra que lleva más de 50 años y que ha afectado a cerca de cuatro generaciones. Por eso hablar de Colombia es hablar de una historia de violencia, pero también de una historia de resistencia, deseo de paz y de esperanza. Desde hace una década se viene trabajando sobre la importancia de la memoria y la denuncia como una suerte de respuesta militante a la cotidianidad del conflicto y al silencio que se quiso imponer sobre muchos actores de éste.
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La memoria es una forma de resistencia y subversión frente a la violencia y la impunidad, que encuentra en el arte no solo un instrumento para la resiliencia, sino también un espacio para el devenir del cuerpo como receptor, emisor y eje transversalizador de lo poético, que le permite asumir o confrontar el conflicto ya sea para visibilizarlo y señalarlo o para generar una movilización social de recuperación de la memoria del conflicto como un fenómeno existente y necesario.
Hablar de nosotros como hijos del conflicto es también hacer un llamado a una conciencia política del pasado y al desarrollo de un pensamiento histórico en un país que parece olvidar, que todos estamos circunscritos en una sociedad largamente fracturada.
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“Voces, cenizas y alientos: poéticas del conflicto en Colombia”, tiene como objetivos el reconocimiento de las particularidades de los actores del conflicto y sus lógicas específicas evocadas desde lo cotidiano, los imaginarios, lo investigativo o la prosaica, a la vez que movilizamos a nuestros estudiantes y nuevas generaciones de una suerte de indolencia, desidia o pasividad social. Estos objetivos se consideran fundamentales para generar una transformación de la mirada del conflicto así como el reconocimiento y la dignificación de algunos de los actores de éste.
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A través de nuevas formas de relación, producción, distribución e intercambio de conocimientos y la autogestión integrada de producciones artísticas y culturales, se recogen los antecedentes del conflicto, sus acontecimientos, la permeabilidad de todas las realidades directa o indirectamente implicadas y se asumen posturas críticas frente al rol que desempeñamos como actores del conflicto en la sociedad Colombiana.
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Ubicados en el presente inmediato que nos acontece, devenido de lo acaecido: vestigios, rastros, huellas, voces, cenizas y alientos que nos ha dejado el conflicto, surge la necesidad de refugiarnos en el arte como una estrategia para la experimentación, la creación y la generación de concepciones acerca de lo que entendemos de él, para asumir una postura crítica que visibilice lo conocido o desconocido, lo que nos tocó o no vivir, lo escuchado o lo contado; a través de las diferentes elaboraciones y propuestas personales o colectivas que no sólo estarán enfocadas en la visualización del conflicto, sino también, en dar una mirada que sobrepase la contemplación pasiva de las víctimas.